Y como en el juego de algún parque de mi infancia, ando trepada (ensimismada), bajando y subiendo. Los sueños que ahora siento que no se irán jamás, al parecer me tocará padecer un poco de insomnio. Lo que sea de cada cosa, en los días ando "arriba", con mucha energía que aún no se de donde demonios sale, terminando varios proyectos (el ensayo casi está listo, este fin, este fin!), estudiando mis artículos como es debido, planeando los experimentos, escribiendo mucho, metida en la lectura del lobo y en la de las memorias de la joven informal, con el ánimo como para animar a los demás y con este no se que proviene de sentirse viva.
Que proviene muy probablemente de esas noches, ¡sí!, de esas donde me siento miserable, inmensamente angustiada, de pronto me dan ganas de llorar o de gritar y siendo sincera lloró mucho desde aquella vez del hotel en Xalapa, gritar no puedo, solo son las ganas.
Anoche me dormí llorando y soñé que estaba yo parada en la playa, por el sitio supongo que era todos santos, el aire seco y un poco frío en mis mejillas, yo contenta de estar en ese sitio, luego escuche el mar y luego un caballo, desafortunadamente cuando escuche el caballo, este se situaba muy cerca de mí, no lo vi, ni lo escuche venir. Y como este venía galopando, solo lo miré de muy cerca y sentí un golpe súbito. Desperté toda angustiada, recuerdo que encendí la luz, me calme, y de nueva cuenta con ganas de llorar, me puse musiquita, creo que apague la luz... me volví a quedar dormida. Por la mañana, desperté un poco tristona,
Pero en cuanto miro la luz entrar por la ventanita de mi también pequeñito cuarto y miro mis cosas, mis libros, mi pedazo de madera, las imagenes, mis "chacharitas", algo de ropa, y todos esos colores que aparecen por todos lados, me invaden las ganas de hacer cosas, así que me levanto y ando a los quehaceres de esta existencia mía.
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