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En Cuernavaca, en tu jardín, en tu cama, en tu compañía, me viene a la cabeza los problemas, MIS problemas, entonces me muestras videos, videos videos, decimos mucho y decimos tantísimo, te abrazo a mitad de la noche. Pero me levanta la pseudo-sed, y mientras espiamos al jardín nuestras miradas se encuentran y siento como que esto ha sido eternamente de este modo, te siento en mi, pero no te cuento nada, dejo que pasen estas estancias, pero mi terrible soledad sigue aquí, mi tristeza y mi inconformidad no me dejarán esta noche estarme por entero a tu lado. Luego amanece, amanece con tanta luz y nos damos los buenos días, ahora miro el jardín de mañana y un gato que nos espía. No quisiera estar en ningún otro lado en ese momento. Después un capuchino y de repente estoy contándote cosas que no alcanzo a poner en lenguaje, las cosas como el tiempo marchan, muchas ya no están acá y eso me fractura el alma . . .
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. . . pero me haces sentir que estoy palpitante de vida, mientras me pones ejemplos, me explicas esto de la significancia de la vida y de mi propia simplicidad humana, en un fragmento de este tiempo me miras y me pides que deje de pensar en mi. Tenemos que salir del gringo y caminar un tanto para volver cada cual a su mundo, entonces me abrazas con fuerza, y sin embargo me marcho de cuerna con esta certeza de aislamiento, de certidumbre de lo alejada que estoy de lo que todo el mundo espera.
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