domingo

tigre del cuatro de un enero

dentro de la poesía me he topado con esto, no dejo de pasarle los ojos y emocionar.me. Ahora quiero que sea un "regalo" un tanto adelantado para gente con una importancia recurrente en mi vida. Gente de esa, que uno se encuentra muy de vez en cuando y que involucran esas ganas de casual-esperanza. El "obsequio" que espero gocen:



Hay un tigre en la casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.

Suele crecer de noche:
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
No miro nunca la colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.

Ni siquiera lo huelo,
para que no me mate.

Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.

El tigre, Eduardo Lizalde

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amiga entrañable.

Este ha sido el mejor regalo que pudiste haberme dado. Aunque no puedo descifrarlo del todo, si se huele ese estilo tuyo que siempre he admirado con devociòn. A veces me sorprende la capacidad que tienes de sentir,de percibir tu todo alrededor. Gracias por contagiarme y por dejarme ser en tu vida.
Te quiere y admira
Jack