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el tapete de aserrín más grande que se ha construido esta en un pueblo muy al norte de Puebla, y aunque no es del todo real es visiblemente hermoso para los capacitados para verle. Los colores van desde un gris plateado de las calles hasta un verde efímero que cubre cascadas embebidas. El tapete tiene ese olor que el aserrín guarda luego de una lluvia pesada, pero el tapete se mantiene, pesé a las malas expectativas y las cosas raras, aún persiste. La ambientación para mirar ese tapete es de una belleza inigualable, sonidos, muchos sonidos bellos. En el tapete, esta también fuertemente representado uno de los inventos más hororrosos y estúpidos de la humanidad; la desigualdad....
Claro habrá una parte casi descompuesta de toda esta composición, pero el tapete infinito de aserrín está ahí, sus fantasmas (que son más bien de cada quien y en este caso míos) están también.
Ahora quisiera que ese tapete fuese absolutamente real y que la expansión de mi cuerpo fuese imaginaria...
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