Los rezagados y los que en la memoria de otros habitamos. Al menos en esa memoria estamos imaginados y creados. Sin embargo existe resquicio de que en cualquier momento nos olvidaremos de nosotros mismo y ni en la memoria de otros nos encontremos.
Ahora llueve, llueve como si existiera un enfado terrible en ello. Pero a nosotros no nos importa, o al menos dejó de importarnos. El pueblo apenas y se vislumbra, atrás quedaron esas luces y esas otras vidas, enterrado en la cuenca quedan las objeciones y particularidades de cada uno de nosotros. Acá en la montaña somos absorbidos por su embrujo y pasamos a ser un fragmento de ese algo que se esconde acá o que a lo mejor no se esconde, pero que sin embargo estamos incapacitados para ver. Vamos fingiendo que entendemos esto y que al final entenderemos eso que alguna vez dejamos olvidado.
Ahora somos simples caminantes de espacios jamás descritos, habitando huecos que son tan irreales y a la par tan naturaleza. Nuestra naturaleza es la soledad, y a ella acudimos para dejar de estar tan en nuestra naturaleza. Y ahora en este caminar, la lluvia disminuye, ya no pesan los hombros y el cuerpo anda con la inercia de esa física que jamás entendimos. Esta obscuro, tanto que los ojos comienzan a dolernos….
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