Siendo un número redondo, debería ser un buen lugar para girar y girar, donde uno pueda perderse en algo como el infinito inclinado de manera diferente y con todo y su letra invisible que se vuelve visible al leerse. Y pasamos al valor numérico de un símbolo que me invita a esta giratoria interminable, fecha a veces inconsciente que siempre termino asociando con el "destino" o el "anti-destino", asares de lo casual, programación impersonal y aún más familiar.
Y hoy no es ocho, pero en ocho pasos llegaré a un ocho, que de seguro me llevará a donde siempre estoy. . .
No hay comentarios:
Publicar un comentario