es junio, el verano llegó con ese aire tormentoso, camino bajo la lluvía y a cada paso las botas se van humedeciendo, del i-pod se repite una y otra vez Shiver de los maravillosos Tambuco, los calcetines se humedecen también. Fijo mis pensamientos en la clase de africano, la lluvía me permite ese aire de andar vagabundo y tranquilo, no importan ya las humedades, ni las ciudades habitadas, mi alma se expande en estas caminatas asfálticas bajo la lluvía.
Camino a la clase de africano, me reconcentro en la danza. Cuerpo al aire, cuerpo en el vacío, la música jugando ese papel fundamental en la vida, corrijo- en mi vida-, tambores y mis pies aún bastante torpes, emoción, tanta emoción incuantificable y aunque nadie lo note o sea incapaz de decirlo, en la danza es donde mejor resido. Mi cuerpo se expresa, ¡él grita! yo simplemente me quedo escuchando. En la danza dejo de ser del todo yo, o al menos en "yo" toma otros tantos significados, no estoy del todo, mi mente se topa con algo de eso que alguien denomino vacuidad. Me creo eso de que cualquier viaje mental es posible, entonces siento mis extensiones, un ir y venir. Todo mi cuerpo es un montón de proyecciones, prolongaciones del existir. Mi existir no esta limitado por un espacio finito.
Infinito-vacío-ser- no estar-vacuidad-irse-prolongaciones-il mio corpo in movimento
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