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Estaba al filo de la tristeza, un hilo de poca cordura y yo dando el paso que hacia falta para la tristeza que me estaba aguardando. Pero pasa algo inexpricable una reversa a mis estancias mentales, un estarse quieta en silencio dejando que el viento termine de hacer marañas mi cabello, el mismo que ahora me gusta tanto, tanto como me gusto yo en este cuerpo. Nada está claro, por el contrario, las marañas en mi cabello son apenas un asomarse a lo de adentro.
Por ahora ya no estoy al filo de nada, ni del enfado, ni de la tristeza, quizá si de la melancolía, pero casi estoy también en la alegría desbordante, y siento de pronto muchos "vivas" en mi. Entonces me voy a la cama con el cuerpo lleno de calma, recuerdo a cass diciendo -pinche miriam, tienes una paz interna cabrona- aún me suena rarísimo aquello, pero hoy, hoy con todos los pesares de mi vida me siento en una absoluta paz.
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1 comentario:
Es lo que pasa cuando una es un enorme receptor de sensaciones... las olas traen y vienen y cuanto más se sienta una pececillo, más paz le entra a una por las burbujas :)
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